Cuento Clásico Infantil - Aladino

CUENTO POPULAR INGLÉS

Muy lejos, en una ciudad de China, un joven llamado Aladino se pasaba todo el día con sus amigos. Incluso después de la pérdida de su padre, Aladino prefería estar en la calle vagando que ayudar a su madre a ganarse el sustento.



Un día, un extraño se acercó a Aladino y al verlo sin propósito en la vida quiso engañarlo.

— Tu padre, Mustafá, era mi hermano. Yo soy tu tío —le dijo el extraño a Aladino.

Aladino, siendo muy ingenuo, llevó al hombre a su casa.

—Mustafá nunca habló de que tenia un hermano— dijo la madre de Aladino al hombre.

—Viajé por el mundo por cuarenta años —respondió el hombre—. Fue tanto el tiempo que viaje que mi hermano se olvidó de mí. Permíteme viajar con mi sobrino y haré de él un hombre muy próspero.

La madre, con la ilusión de ver a su hijo convertido en un hombre de bien, aceptó. Al día siguiente, el hombre se llevó a Aladino a un bosque apartado de la ciudad y preparó una fogata arrojando en ella un polvo extraño. De repente, justo bajo la fogata, se abrió una gran zanja en la tierra.

—Sobrino, en esa zanja encontrarás una escalera—dijo el hombre—, baja hasta que encuentres una caverna, en la caverna verás una pared con un agujero. En el agujero veras una lampara. ¡Tráemela!

Pero el hombre era en realidad un hechicero malvado. Él sabía que la lámpara tenia poderes mágicos y había viajado una gran distancia para encontrarla.

Aladino, sentía miedo de bajar la escalera, el hechicero le puso un anillo de oro con una gran esmeralda y dijo:

—No sientas miedo, toma este anillo como un regalo. Este es uno de los muchos regalos que recibirás de mi parte. ¡Ahora date prisa!

El anillo era lo único que tenia de valor. Planeaba quitárselo al joven después. Aladino bajó la escalera y encontró la lámpara. Cuando comenzó a subir escuchó al hechicero decir:

—Cuando ese chico me entregue la lámpara, lo encerraré para siempre.

—¡Ayúdame a subir! —exclamó Aladino, ya dándose cuenta—. Solo entonces te entregaré la lámpara.

—¡Dámela ahora mismo! —dijo el hechicero molesto.

Pero Aladino se negó a darle la lámpara, fue entonces cuando el hechicero cerró la zanja en la tierra. ¡Aladino estaba atrapado!

Sin recordar que llevaba el anillo, Aladino frotó la lampara y apareció de la nada un genio.

—Soy el genio de la lampara —dijo—, ¿qué puedo hacer por ti?

—Quiero volver a casa —respondió Aladino impresionado.

Al instante, Aladino se encontraba en casa con su madre.

Aladino volvió a frotar la lampara y apareció nuevamente el genio.

—Soy el genio de la lámpara — dijo—, ¿qué puedo hacer por ti?

—¡Tráenos algo de comer! —exclamó Aladino.

El genio le trajo deliciosa comida.

Aladino vivió cómodamente con su madre, hasta que un día, vio a la hija del sultán y se enamoró de ella. Con la ayuda del genio de la lámpara, llenó un baúl con las más finas joyas para llevarlas al palacio y impresionar al sultán,que serian llevadas por su madre.

—Este presente es de parte de mi hijo, Aladino —dijo la madre—. Él desea casarse con su hija.

—¡Qué extraordinarias joyas! —respondió el sultán—. Pero tu hijo debe darme muchas más. Hasta que considere que es suficiente, le daré el consentimiento para casarse con mi hija.

Nuevamente, con la ayuda del genio, Aladino envió más joyas al palacio. El sultán estaba impresionado y dichoso.

Hasta que aladino se caso con la princesa. Él guardó la lámpara en el palacio, pero no le comento nada a la princesa de la lampaara.

Cuando el hechicero se entero de la boda de la princesa y aladino. A la mañana siguiente, disfrazado de mercader, salió a la calle pregonando:

—Cambio lámparas viejas por nuevas.

Cuando la princesa se enteró, salió de inmediato a cambiar la lámpara vieja y sucia de Aladino.

Tan pronto la princesa le dio la lámpara, el hechicero la frotó y apareció el genio:

—Desaparece a la princesa y al palacio. Llévalos junto conmigo a una tierra muy lejana —dijo el malvado hechicero.

A su regreso, Aladino se enteró de que su esposa y el palacio habían desaparecido por completo.

En segundos, Aladino llegó hasta África y encontró a la princesa mirando a través de la ventana en la torre más alta del palacio. En cuanto tuvieron la oportunidad de hablar a escondidas, Aladino le preguntó por su lámpara.

—El hechicero la lleva a todas partes —dijo su esposa—. Aladino se acercó a ella y susurró unas pocas palabras en su oído.

Esa noche, la princesa puso algo en la bebida del hechicero. Pronto, se quedó dormido. La princesa cogió la lampara y se la llevo a aladino y la froto y se presento el genio

—Llévanos a China, pero deja al hechicero aquí —ordenó Aladino.

Antes de un abrir y cerrar de ojos, Aladino y su princesa estaban en China, nuevamente en el palacio. Y allí vivieron felices durante mucho tiempo.