Cuento Clásico Infantil - El flautista de Hamelín

CUENTO POPULAR

A las orillas de un río al norte de Alemania, reposa una ciudad de paisajes pintorescos llamada Hamelín.



Un día, la ciudad estaba invadida por un montón de ratas.

Tantas eran las ratas que desafiaban a los perros, perseguían a los gatos, se escondían debajo de las camas, en los armarios, en las despensas y hasta robaban la comida, sin dejar una miguita.

¡La vida en Hamelín se estaba tornando insoportable!

El pueblo harto de la situación fueron al alcalde y los miembros del Concejo Municipal para encontrar una solución, pero después de una hora de discusiones no resultó una idea para exterminar a las molestas ratas.

Apenas se había dado por terminada la infructuosa reunión, los presentes oyeron algo inesperado. En la puerta del Concejo Municipal sonaba un ligero repiqueteo.

Entonces entró en la sala el hombre más extraño que se puedan imaginar.

Era alto, delgado y con brillantes ojos azules, portaba una sonrisa que dirigía a todos, como si se hallara entre viejos amigos.

—Es bien sabido en toda Alemania que Hamelín tienen un problema con las ratas. Pudo ahuyentar a todas las ratas, ¿ Pero cuál sería mi recompensa? —dijo el extraño.

Por un momento, el alcalde se quedó atónito. Le resultaba difícil creer que el extraño hombre podia con todas las ratas.

—Diez monedas de oro del tesoro municipal si cumples lo que prometes— dijo el alcalde.

El extraño acepto con la cabeza y se marchó.

Cuando estuvo en el pueblo, tomó una flauta que llevaba colgada en el cuello y comenzó a tocarla. En todos los rincones de Hamelín podía escucharse una bella melodía.

De repente todas las ratas de todos los rincones se reunieron y siguieron la hermosa melodía. El extraño se dirigió hacia el río, todas las ratas, se zambulleron en sus aguas quedando atrapadas en la corriente. No quedó rastro de una sola rata en las calles de Hamelín; el extraño flautista había cumplido lo prometido.

Al cabo de unas horas, el extraño regresó al Concejo Municipal a reclamar su recompensa. Pero el alcalde, los concejales y los pobladores habían cambiado de opinión.

—Has hecho un gran trabajo, pero diez monedas de oro son demasiado pago por tocar la flauta. Te pagaremos una moneda de oro y nada más —dijo el alcalde.

El extraño los miró con sus brillantes ojos azules, dio media vuelta y se marchó.

Encontrándose en la calle, sacó nuevamente su flauta y comenzó a tocarla. Esta vez la melodía que provenía del instrumento era diferente, pero igualmente hermosa. Todos los niños y niñas de Hamelín salieron de las escuelas y de las casas y comenzaron a seguir al extraño.

El extraño salió de la ciudad, diriguio a los niños hacia una cueva y los encerro, cuando los habitantes del pueblo se enteraron suplicaron al flautista dejarlos salir pero esta vez les daria 20 bolsas de oro el flautista acepto y se marcho para siempre, los habitantes del pueblo luego se dieron cuenta de los malagradecidos que habían sido, después ese día festejaron en el pueblo.