Cuento Clásico Infantil - El traje nuevo del emperador

CUENTO POPULAR INGLÉS

En una ciudad muy remota vivía un emperador su único interés en la vida era vestirse con ropa de moda. Su vanidad era tan grande que se cambiaba de traje varias veces al día para que todos pudieran admirarlo.



Un día, dos estafadores se acercaron al emperador diciendo que eran mejores sastres del mundo y que podían confeccionarle un traje asombroso la telea en muy fina que solo los inteligentes podian ver y los que no lo veian eran ignorantes

El emperador estaba muy contento de contar con un traje que le permitiera saber cuáles de sus funcionarios eran aptos de los cargos que ocupaban y ordenó a los supuesta mente sastres comenzar su trabajo de inmediatamente, pagándoles una buena suma de dinero.

Después de un tiempo, el rey ordeno a un anciano ministro que fuera a observar cuánto habían progresado los dos sastres con su traje. El ministro vio a los dos hombres agitando tijeras en el aire, pero no podía ver la tela. Pero sin embargo, se quedó en silencio por temor a que lo llamen ignorante.

—Usted esta muy callado señor ministro, ¿acaso no puede ver la maravillosa tela?

—dijo uno de los estafadores.

—Claro que sí puedo verla. Esta tela está muy bella y así se lo comunicaré al emperador

—respondió el anciano ministro sin querer parecer un ignorante.

Los estafadores pidieron más dinero, el cual fue a parar a sus bolsillos. No gastaron ni en un trozo de hilo y continuaron trabajando en las máquinas vacías.

Poco después el emperador envió a otra al ministro a ver el estado de su traje y que le informe la fecha de entrega.

El funcionario miró la supuesta tela, pero nada había, así que nada pudo ver.

—¿Verdad que es hermosa? —preguntaron los dos tramposos, señalando hacia el aire.

“Estaré perdiendo la razón o la vista”, pensó el funcionario. Al igual que el anciano ministro se quedó callado y alabó la tela la supuesta tela.

—¡La tela que he visto es esplendida! —le dijo al emperador.

Cuando finalmente, el traje estaba listo. Al igual que el anciano ministro y el funcionario, el emperador tampoco veía nada, pero tampoco quería parecer un ignorante. Así que admiró el supuesto traje y agradeció a los sastres, quienes maliciosamente le dijeron:

—Señor emperador, su traje es tan digno, por que no lo luce fronte a todo el mundo.

Feliz con los halagos, el emperador se paso con su traje nuevo por la calle principal. La gente veía emperador desnudo, pero nadie lo decia por temor a ser considerados ignorante. Así que el emperador siguió caminando.

Todos admiraron la tela invisible, sus colores y maravillosos patrones. El emperador estaba muy complacido, hasta que una niña gritó:

—¡El emperador está desnudo!

Fue entonces que todos comenzaron a reír y a murmurar, muy pronto gritaron:

—¡El emperador está desnudo, el emperador no lleva nada!

El emperador repentinamente se dio cuenta de que tenían razón y lo avían engañado, pero dijo en su mente: “Ahora debo seguir fingiendo hasta el final o pareceré aún más ignorante”. Fue así que el emperador siguió caminando airoso, mientras la multitud reía a carcajadas..