Cuento Clásico Infantil - La bella durmiente

CUENTO POPULAR INGLÉS

Érase una vez un rey y una reina que vivían muy felices, pero no tenían hijos. Después de muchos años, la reina tuvo a una hermosa niña y todo el reino los acompañó en su felicidad. Hubo una gran celebración y las hadas del reino fueron invitadas. Pero el rey olvidó invitar a una de ellas. Muy molesta, el hada olvidada se presentó al palacio.



Pronto, llegó el momento en que las hadas le entregaban a la pequeña sus mejores deseos:

—Que crezca y se convierta en la mujer más bella del mundo —dijo la primera hada.

—Que cante con la más dulce y melodiosa voz —dijo la segunda hada.

—Que siempre se comporte con gracia y elegancia —dijo la tercera hada.

—Que sea bondadosa y paciente—dijo la siguiente hada.

Cada una de las hadas, dieron a la niña de hermosos obsequios hasta que llegó el turno del hada que el rey olvidó invitar:

— Cuando la princesa cumpla dieciséis años, se pinchará el dedo con una aguja y morirá —dijo el hada.

El rey, la reina y todo el reinado estaban asombrados, le suplicaron al hada que los disculpara por no haberla invitado y se retractara de lo que había dicho, pero el hada se negó.

Había una última hada que faltaba por presentar su obsequio a la princesa. Queriendo ayudar a la pequeña, le dijo al rey y a la reina:

—No puedo deshacer las palabras dichas, pero puedo cambiar el curso de los eventos: la princesa no morirá cuando su dedo se pinche con la aguja, pero caerá en un sueño profundo durante cien años. Pero el beso del verdadero amor desacera el hechizo.

Al escuchar esto, el rey y la reina se sintieron mejor. Pensando que existía la manera de detener el destino, el rey prohibió a todos los habitantes del reino utilizar agujas.

La princesa creció y se convirtió en una niña muy hermosa, amable y con una dulce voz. Cuando cumplió sus dieciséis años, vio a una anciana coser:

—¿Puedo hacerlo? —le preguntó.

La anciana le respondió:

— ¡Por supuesto, jovencita!

La princesa tomó la aguja e intentó pasarlo con el hilo. En ese preciso momento se pinchó el dedo y cayó en un profundo sueño. La anciana, que era en realidad el hada resentida, la llevó de regreso al palacio y el rey y la reina la acostaron en su cama.

El reino que antes los había acompañado en la felicidad, los acompañó en la tristeza: todos cayeron en un profundo sueño.

Paso el tiempo. Un día, por cuenta del destino, un príncipe llegó al palacio. Él no podía dar crédito a lo que veían sus ojos: los guardas, sirvientes, gatos y hasta las vacas dormían.

Al acercarse a la princesa, y vio que ella era el ser más hermoso del mundo y la beso. Inmediatamente, la princesa se despertó y todos los que también estaban en profundo sueño habían despertado.

El príncipe y la princesa se casaron y vivieron felices por siempre.